La aplicación de estas reglas nos diferenciará.
1. La empatía es un superpoder.
Lo mejor que puede hacer un líder es ponerse en el lugar de las personas a las que sirve. Eso nos ayuda a proporcionar el apoyo y las herramientas que el grupo necesitará para prosperar. Preguntémonos cómo se sentiría nuestro equipo con cada decisión que tomemos. La empatía debe practicarse día a día.
2. Admitamos que no lo sabemos. Pero aseguremos nos de encontrar la respuesta.
A veces no sabremos qué hacer. Existe la idea errónea de que los líderes deben saberlo todo. Nos ganaremos más respeto si somo lo suficientemente humildes como para decir que no tenemos todas las respuestas. No es nuestra culpa. Sin embargo, es nuestra responsabilidad averiguar y proporcionar las soluciones.
3. Recordemos que trabajamos con personas, no con números y métricas.
Se espera que los líderes obtengan resultados a través de otras personas. Es vital que nuestra gente tenga las herramientas que necesita para tener éxito. Consideremos sus habilidades, limitaciones y necesidades actuales. Será más probable que logremos nuestros objetivos si lo hacemos.
4. Establezcamos una meta. Un líder sin propósito no va a ninguna parte.
Hablando de metas, ¿sabemos a dónde vamos? El líder debe tener una “estrella polar” y trabajar con el equipo para llegar a ese destino. No importa qué tipo de líder seamos: supervisor, propietario de un negocio, padre, capitán del equipo de baloncesto. Sin metas, no vamos a ninguna parte.
5. La mente colectiva del equipo es más grande que la nuestra.
Podemos sentir que necesitamos tener todas las respuestas. Pero si nos apoyamos en la mente colectiva de nuestro equipo, podremos resolver las cosas. Las experiencias, conocimientos e ideas compartidos son poderosos. Sí, hay momentos en los que necesitaremos tomar decisiones ejecutivas. Hasta entonces, los equipos llegan más lejos cuando trabajan juntos.
6. Convirtámonos en un coach.
El coaching es la técnica más potente del conjunto de herramientas de un líder. No se trata de decirle a alguien qué hacer. Se trata de guiarlos para que tomen sus propias decisiones y utilicen su voluntad para alcanzar sus objetivos. El coaching se trata de escuchar, establecer objetivos, extraer la información correcta de ellos y mantenerlos a medida que avanzan en los pasos para lograr la meta descrita.
7. Luego, hagamos controles regulares.
Asegurémonos siempre de dedicar algo de tiempo para hablar a su equipo, niños, compañeros de equipo o quien sea que esté liderando. Querremos saber sobre la persona, qué le motiva y cómo podemos sacarle el máximo partido. Solo podemos hacerlo a través de una comunicación y una formación constantes.
8. Si necesitamos decirle a alguien que somo su líder, estamos fallando como tal.
Un líder es aquel que conoce el camino, sigue el camino y muestra el camino – John C. Maxwell
Antes que nada, los líderes predican con el ejemplo. Podemos dar instrucciones a alguien tanto como queramos, pero si nuestras acciones no son adecuadas, también lo será nuestro liderazgo. No podemos pedirle a alguien que llegue a tiempo cuando nosotros llegamos tarde todos los días. No podemos castigar a alguien por no cumplir con los plazos cuando nosotros tampoco cumplimos. Las malas acciones conducen a la desconfianza y la resistencia. Todo lo que nos quedará para sustentarnos es el hecho de que somos los líderes. Y si necesitamos decirle a alguien que somos su líder, ya hemos fallado.
9. Si resolvemos su problema primero, luego nos ayudarán a resolver los nuestros.
Tenemos metas que necesitamos alcanzar y su personal, equipo, cónyuge o grupo nos ayudarán a lograrlo. ¿Pero ellos tienen también metas? ¿Cuáles son los problemas que les impiden avanzar? Descubramos cuáles son esos problemas en sus interacciones diarias, luego hagamos lo que podamos para resolverlos. No creamos que no podemos marcar la diferencia. Nos sorprendería saber cómo podemos ayudar a nuestros equipos a alcanzar sus metas profesionales y personales. Si nuestro equipo ve que nos preocupamos por ellos como personas, luego ellos se dejaran el pellejo por nosotros.
10. Aprendamos a hacer el trabajo antes de decirle a otros cómo hacerlo.
Tenemos que aprender a hacer el trabajo antes de poder decir a otros sobre cómo se debe hacer. Podemos “dar el pego” sin conocer el trabajo, pero seguro que lo descubrirán. Como nuevo líder, debemos aumentar nuestras habilidades y las de nuestro equipo. Nos da la capacidad de ver con qué personas estamos trabajando a diario. Con esta habilidad, podemos instruir a otros sobre cómo hacerlo.
11. Luego retrocedamos y dejémosles que lo hagan.
A nadie le gusta un micromanager. Incluso si tiene alguna competencia, debemos dar a las personas el espacio para que se desempeñen a su manera. Demos a los que están a nuestro cargo el espacio para trabajar.
12. Confiemos, pero verifiquemos.
Darle a la gente el espacio para trabajar es excelente, pero aun así debemos asegurarnos de que vayan en la dirección correcta. No tengamos miedo de verificar el trabajo y confirmar que lo que está realizando es lo que deseamos.
13. Seamos amigables, pero no sus amigos.
Esta opinión puedes ser un poco suigéneris, pero los líderes no deben ser amigos de aquellos a quienes dirigen, más aún en el espacio empresarial. Se vuelve un desafío tomar decisiones que los afectan. Ser amigos también puede hacer que los líderes crucen las líneas sociales que pueden causarles problemas. Es difícil regresar de la animosidad que también se genera cuando haces algo que a tus amigos no les gusta. Seamos amigables, atractivos y compasivos, pero mantengamos las líneas claras.
14. Comuniquemos, incluso cuando sea difícil.
Si hay problemas, debemos decirlos. Si lideramos un equipo, debemos informarles cuando las cosas van bien y también cuando las cosas están van mal. Debemos poder avisarle a alguien cuando su rendimiento no sea el adecuado. Y la comunicación es fundamental cuando llega el momento de “dejar ir” a alguien. Si tenemos miedo de hablar, haremos que las cosas se agraven y se vuelvan más importantes de lo que debieran ser.
15. Sigamos aprendiendo cómo ser un mejor líder
El liderazgo nunca se detiene. A medida que encontramos más experiencias, éxitos y fracasos, nos volvemos mejores. Pero eso no significa que no debamos aprender de los mejores. Los libros son una excelente manera de obtener una formacion con un presupuesto limitado. Además de libros, busquemos cursos, coaching y tutorías para llevar nuestras habilidades de liderazgo al siguiente nivel.
16. El liderazgo no nos ayudará a corregir nuestras inseguridades.
Hay personas que se convierten en líderes con la expectativa de que otros por fin los respetarán y amarán. Es triste decirlo, no funciona de esa manera. Al igual que el dinero, el poder y el liderazgo solo exponen más el tipo de persona que eres. Trabajemos en nuestras inseguridades porque las proyectaremos en nuestros equipos.
17. Así que seamos nosotros mismos
La mejor manera de comenzar a ser un líder auténtico y corregir esas inseguridades, es siendo un yo auténtico. Es agotador mantener la fachada de un jefe duro y rápido o la de un jefe amistoso. Todos tenemos días buenos y malos, y esos días malos se ven peor si fingimos alguien que no somos. No tengamos miedo de ser vulnerables.
18. Sigamos estableciendo metas más importantes.
Establezcamos metas más importantes para nosotros y el equipo. Si estamos prospectando, comunicando, entrenando y motivando, es probable que logremos la meta que nos propusimos lograr. Ese es el poder de un equipo bien entrenado y dirigido. Busquemos formas de avanzar al siguiente nivel. Como líder, debemos elaborar estrategias y movilizarnos para alcanzar esos objetivos.
19. Premiar y reconocer más que castigar.
Es un rasgo humano ver lo malo en todo. Somos rápidos en castigar y lentos en elogiar, una cualidad que perjudica a la mayoría de los líderes. Una palmada en la espalda y unas palabras amables son de gran ayuda, siempre que lo digamos en serio y podamos mostrarles por qué lo hacemos.
20. Enseñemos a nuestra gente cómo pueden ser líderes.
El objetivo final de cualquier líder es crear más líderes. Recordemos a los líderes que impactaron nuestra vida. Sin su liderazgo, no hubiéramos querido asumir roles similares. Vimos lo impactantes que fueron y nos motivaron a hacerlo mejor. Nuestra gente puede aprender de nuestro ejemplo, pero también podemos ayudarles escuchándolos y guiándoles sobre cómo resolver los problemas más complejos. Con el tiempo, tendremos un equipo que básicamente se administra a sí mismo, mientras que nosotros podremos concentrarnos en entrenar, diseñar estrategias, motivar y gestionar.
¿Listo para liderar?
Incluso algunas de estas reglas pueden transformar nuestra influencia, resultados y satisfacción como líder. Nos daremos cuenta de que todo se trata de personas, predicando con el ejemplo y creciendo continuamente. Si somos líderes nuevos, es una de las mayores curvas de aprendizaje que encontraremos. Tengamos la seguridad que, si lo tomamos como la parte más crucial de nuestros trabajo, equipo, negocio u organización, ganaremos!